Las horas

Y la noche se vuelve oscura, tanto que comienza a aclarar; y mientras tanto frío sigue pinchando mis dedos como si fuesen dagas, yo trato de escribir desde mi insomnio. No porque tenga algo que decir, sino porque me hace bien sólo el hecho de llevarlo a cabo; de tal forma que siento como el peso de las palabras se liberan y el ruido de las teclas suenan en mi cabeza como el arrorró. De todas maneras, quiero terminar mi idea sin idea antes que la realidad comience a mezclarse con el sueño...


Diego.

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