Faringitis

Es mientras estoy en el calor de mi hogar cuando la siento, esa sensación de piel quemando, como si fuera a estallar en ampollas cada segundo que pasa. No hay agua suficientemente fría que calme ese fuego, ni hay sábanas suficientemente pesadas para calmar esa helada que me corre por los huesos.
Por supuesto, que la piel me parezca de cartón hirviendo no es lo único. Mi garganta está invadida, mi cabeza organiza una pelea de bandas en su interior, y mis manos, entumecidas, titilan.

Mariposa

¿Querrá alguien llevarme flores?
A la que fuí, o a la que soy.
A la que lamenten más; a mí igual me dá.
Si hay alguien, por favor, que no sean claveles.
Me huelen a muerte, y ya tengo las semillas de mis próximos nacimientos.
Que sean jazmines, si no es mucho pedir.
Y fresias si es posible; coloridas y perfumadas fresias...
Tal vez hagan más amena mi estadía en mi.
O a la que se fué.
O a la que será.
A alguna de nosotras.
Gracias.

Mausoleo

En el acallado vagón, me siento sobre mis tumbas.
En un lenguaje interior, se desprenden desfasados mis sentidos.
En mí reposan mis ojos, mis manos, mi nariz, mi boca, mis oídos.
¿Y ese silencio?
Soy yo recordándome, y sumida en mi oscuridad encendida, me miro, me toco, me huelo, me hablo, me escucho.
En mi fiesta negra, innumerables voces invocadas se alternan ebrias, y de tanto en tanto, se desprenden del viejo, enmohecido lenguaje del amor, sílabas impronunciables, inentendibles, y una lágrima que no rueda.
¿Y ese ruido?
Soy yo silenciándome, en un palpito en el que soy viaje (de ida), maleta (vacía) y camino (sin destino), en el que me planeo, me guardo, me recorro, intentando no desaparecer en el beso que no fue.
En el silencio del vagón me reconozco, me encuentro.
¿Y ese grito?
Soy yo renaciéndome, orándome en mi vagón silenciado por mis muertes.

La Nada

Discutir sobre la nada es como el cuento de la buena pipa (algo muy tedioso por cierto) ....
La nada es un estado...La nada es la muerte atea.