el resto de los asientos está desocupado

Estoy subiéndome a la línea 168 y antes de llegar a decir "ochenta por favor" veo al colectivero vistiendo una camisa floreada, unos pantalones cortos tipo bermuda y unas ojotas de esas que no separan el dedo gordo del resto de los dedos del pie. Algo sorprendido le observo mascar chicle con la boca abierta. No entiendo. Retiro el boleto luego de alimentar debidamente a la máquina y levanto la vista en busca de asientos disponibles. Sólo una mujer embarazada ocupa el primer asiento a mi derecha. El resto de los pasajeros viaja parado. El resto de los asientos está desocupado. El resto de los asientos está desocupado. El resto de los asientos está desocupado. Todos leen el diario. Todos llevan sombrero. Todos menos la mujer en el primer asiento a mi derecha. Esta se levanta y gentilmente me ofrece su lugar. "No gracias" digo débilmente, casi sumiso. No entiendo. Comienzo a hacerme paso hacia el fondo. Treinta segundos entre diarios y sombreros. Dos cuadras. Tres a lo sumo. Me acerco a la puerta trasera. Solicito la siguiente parada. Bajo. Espero el próximo.

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