Efímero

Y respiró. Mis ojos dieron un salto, y al mirar, todo mi yo se arrojó al vacío.
Sus pestañas como toboganes, astillan el techo y tocan el cielo con sus puntas; debajo, dos abismos negros se abren paso, tan profundos, tan desiertos de mi existencia.
Si tan solo yo... no.
¿Tendrán sus susurros nocturnos voz desmechada, discos sueltos, borra de café, cenizas de cigarro, ropajes sueltos, desnudos, entre la habitacion y su cabeza? ¿Tendrán?
Un propósito. Sus manos tienen un propósito. Porcelana tan fría.
Longilíneas, se extienden en la llanura de miradas mudas en el bagón, y se delimitan, se recortan, con dulzura y sin piedad; escriben historias, como ésta. Hablan por ellas mismas, y por él; y yo hablo de ellas por mí, para él.
En los confines de la tierra un niño llora, una flor se abre, ojos se cierran, letras se escriben, sangre fluye, y calor.
Aquí, él.
Allá, él.
Nunca, él.
Hasta que me baje del tren.
Siempre.

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