Faringitis

Es mientras estoy en el calor de mi hogar cuando la siento, esa sensación de piel quemando, como si fuera a estallar en ampollas cada segundo que pasa. No hay agua suficientemente fría que calme ese fuego, ni hay sábanas suficientemente pesadas para calmar esa helada que me corre por los huesos.
Por supuesto, que la piel me parezca de cartón hirviendo no es lo único. Mi garganta está invadida, mi cabeza organiza una pelea de bandas en su interior, y mis manos, entumecidas, titilan.

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